Mi clase memorable
Mi clase memorable y que en cierto sentido marcó mi futuro académico fue una que presencié en séptimo grado de la escuela. En ésta, la docente expuso el español como lengua no aislada, sino muy emparentada con sus lenguas hermanas -concepto que hasta el momento yo desconocía-. No lo hizo de un modo particular, no lo hizo de ninguna manera innovadora ni a través de ningún método revolucionario pero la pasión con la que exponía el tema, daba a notar que amaba el tema del que estaba hablando, que le gustaría decir más sobre ello y que le hubiera encantado que todos siguiéramos sus pasos.
Estimo, sin embargo, que la clase no estaba completamente adaptada a los alumnos ya que pocos, entre los que me incluyo, entendieron los conceptos del texto un tanto avanzado para niños de 11 años. Al principio fue un caos porque en sí, la temática compleja dejaba más dudas que certezas y el que nos libraran a nuestra suerte con ese texto no ayudaba. A pesar de esto, fue reconfortante que al exponer los puntos más ásperos del texto, el docente corroborara que muchos habíamos entendido el tema. Fue, creo yo, un cambio de dirección a las clases regulares en las que el docente se limita a vomitar conocimiento. Aquí, el conocimiento lo debíamos entender nosotros y los puntos ríspidos eran explicados y profundizados por el docente.
Ese es el recuerdo de la clase más memorable que recuerdo.
Mi clase memorable y que en cierto sentido marcó mi futuro académico fue una que presencié en séptimo grado de la escuela. En ésta, la docente expuso el español como lengua no aislada, sino muy emparentada con sus lenguas hermanas -concepto que hasta el momento yo desconocía-. No lo hizo de un modo particular, no lo hizo de ninguna manera innovadora ni a través de ningún método revolucionario pero la pasión con la que exponía el tema, daba a notar que amaba el tema del que estaba hablando, que le gustaría decir más sobre ello y que le hubiera encantado que todos siguiéramos sus pasos.
Estimo, sin embargo, que la clase no estaba completamente adaptada a los alumnos ya que pocos, entre los que me incluyo, entendieron los conceptos del texto un tanto avanzado para niños de 11 años. Al principio fue un caos porque en sí, la temática compleja dejaba más dudas que certezas y el que nos libraran a nuestra suerte con ese texto no ayudaba. A pesar de esto, fue reconfortante que al exponer los puntos más ásperos del texto, el docente corroborara que muchos habíamos entendido el tema. Fue, creo yo, un cambio de dirección a las clases regulares en las que el docente se limita a vomitar conocimiento. Aquí, el conocimiento lo debíamos entender nosotros y los puntos ríspidos eran explicados y profundizados por el docente.
Ese es el recuerdo de la clase más memorable que recuerdo.